domingo, 2 de marzo de 2014

Un domingo en Carnaval...

Lo que parecía ser un domingo diferente, dónde por fin podría vivir el desfile de comparsas del Carnaval de Badajoz entre sus calles llenas de tambores y colores, entre trazos de telas enlazadas, brillantina, recortes de serpentina... se acabó convirtiendo en el domingo de Carnaval más triste de toda la historia de mi vida. 

Cada Carnaval es diferente, este también lo está siendo. Está siendo especial, cargado de magia, de sentimiento murguero, de grandes descubrimientos, en definitivas cuentas, está cargado de emociones encontradas en lo que supone la magia de la amistad. 

La plaza de la Buhardilla comenzaba a vaciarse, nos encontrábamos por la calle con personas cuyos disfraces variaban a medida que nos adentrábamos en las calles de Badajoz. Lo raro hubiera sido encontrar a personas sin disfraz. Bajar la ventanilla del coche y gritar: "¡pringao, tú no tienes murga!", se ha convertido en una tradición para mis amigos cada vez que nos adentramos en las céntricas calles de Badajoz. Dicen que los amigos son esa clase de personas (con clase) que están cuando se les necesita y cuando no. Estar cuando se te necesita significa que sin necesidad de llamarte, tú sientes que tienes que estar. Hoy he sentido esa sensación, y es que si el Carnaval me está regalando algo son especialmente grandes amigos. Esos amigos con los que no necesito pensar qué voy a decir, cómo lo voy a decir, o cómo tengo que comportarme. Porque esos amigos, son los que me quieren sin cuestionarme ni juzgar el modo en que tengo de ser sencillamente yo misma. 

Hoy necesitaba mil y un abrazos, y ahí han estado ellos. Un domingo de Carnaval inesperado, donde la sorpresa ha sido saber que sin esperarlo, ellos ya estaban ahí. Por este motivo, poder compartir este Carnaval con ellos, con vosotros, está haciéndome ver que "el Carnaval son amigos, familias enteras, talento, alegría, vencer los problemas con una sonrisa, conquistar la calle con sólo un disfraz..."

Y retomando, si la mañana fue peculiar, si pude dormir tan sólo una hora, si pude compartir con Alberto tanto en tan poco tiempo, la noche ha sido esa parte de magia que ha adornado un poco más este domingo que me gustaría dejar a un lado. Y es que, en estos momentos, es cuando de verdad sabemos que existen personas a las que les importamos y siempre estarán, aunque sea un domingo de carnaval. La magia del sábado ha hecho posible que ahora pueda irme algo más tranquila a dormir... Siempre me quedará alguna anécdota por contar, algo que recordar y algún beso que entregar... Mientras tanto, disfrutemos de la vida, es demasiado corta como para dejarla pasar como si de un ave de paso se tratase.

Sean felices.


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