domingo, 20 de octubre de 2019

Y sonríe, siempre sonríe.

Un día de repente y por casualidad, llega alguien a tu vida y la reinicia. 
Lo hace de tal forma que apenas llegas apreciar cómo y de qué modo puede utilizar ese pequeño poder que no todo el mundo tiene. Que no es un poder cualquiera, ni que puedan utilizar otras personas contigo, es ese algo que da miedo y vértigo a la vez, es eso que te hace huir un día sin más explicación. Algo que se contagia, es esa risa que acorta la distancia entre dos personas. Son esas ganas, esa magia, es complicidad. Esa puta complicidad que no logras tener con nadie, que no te habías imaginado que existía, y que por momentos trastoca tu "desordenada" vida.

La complicidad. Sí, se trata de eso. 

No siempre es fácil plantarse y decir basta. No lo es, ni todos somos lo suficientemente fuertes como para hacerlo. Pero al llegar ese momento, y sin esperarlo, nos espera ese alguien a la vuelta de la esquina para plantarnos una dosis de realidad en toda la cara. Y quizás llegue para hacernos la vida un poco más fácil, o para complicarla algo más. Nunca se sabe. ¿Pero qué sucede si no se arriesga? No es que no se gane, es que tampoco se puede llegar a perder. 

Cuando te sientes vacío y perdido, cuando sientes que nada puede mejorar y de repente te sorprenden, es cuando llegas a plantearte dos cosas: 

1. Que nada es para siempre. 
2. Y que lo que parecía para siempre puede cambiar si no se cuida. 

Y os pregunto, ¿habéis sentido alguna vez esa extraña sensación de vacío? Es jodido, sí. Sobre todo porque echar de menos a alguien duele, pero siempre duele más pensar que algo no se intenta porque se prefiere huir. Y si se prefiere huir, dejad que huyan, están en su derecho de no querer que alguien les quiera de verdad, están en su derecho de no querer enamorarse. Esa es la delgada línea que recorre la frontera entre la complicidad y el peligro. Una vez más, aquí, hablando del amor

Y ante esto, sólo podría afirmar una cosa: 

"Cuando comprendas que la primera opción en tu vida siempre debes ser tú, habrás aprendido el real sentido de vivir en todos y cada uno de sus aspectos. Date la vuelta y no mires hacia atrás cuando no quieras algo. Y sonríe, siempre sonríe". 

Y es que la vida es así, no siempre estamos dispuestos a apostar al mismo tiempo ni con las mismas ganas, pero no te sirvas de excusas, sé claro y di: no quiero apostar por ti. 
En realidad, yo no sabría hacerlo de otro modo, porque apostar todo en la vida para alcanzar lo que quieres siempre es el camino para que te sigan las luces. 

Y realmente, sí, es eso, nunca sabes quién va a hacer tu vida diferente. 

No olvidéis, siempre es siempre.