viernes, 1 de abril de 2016

Parecíamos dos extraños.

Aquella noche, él estaba allí. Después de varios meses sin saber nada el uno del otro, volvimos a cruzarnos. Fue extraño, para él y para mí, sobre todo para mí porque no fui yo quien decidió poner un alto en el camino.
No era el día más adecuado para preguntarnos 'por qué' y por eso preferí no hacerlo. Pero en realidad, siempre es inevitable cuando alguien te importa, sobre todo cuando te importa más de lo que te gustaría. 

Mirarle me hacía daño, pero a la vez le extrañaba. Me sentí una extraña entre tanta gente, bebí para olvidar. 
Beber nunca es la solución a los problemas, menos aun cuando algo no depende sólo de nosotros. 

Un día me prometí a mí misma que olvidaría todo aquello que me hiciese daño; que lo guardaría en un cajón de retos superados; que lo haría invisible ante mi sonrisa, ante mis recuerdos. Hoy he tenido ese flash, ese maldito flash de recuerdos que impide que se borren del todo. 

Alguien me dijo hace no mucho: haz los planes para ti, y si puedes hacerlos con alguien mejor, pero nunca los hagas contra ti.
Pase lo que pase, a pesar de que alguien haga clic en tu vida, a pesar de que alguien te ayude y te enseñe a olvidar, jamás dejes de hacer los planes para ti. De no ser así, cualquier día, sin darte cuenta, te mirarás a la espejo y también tú sentirás una extraña ante ti misma. 

viernes, 4 de marzo de 2016

Excusas con fecha de caducidad.

A veces la vida nos devuelve lo mismo que en alguna ocasión nosotros le hemos entregado a otros. Qué digo a veces, en realidad siempre ocurre así. El karma tiene estas cosas, y pensamos "¡jodido karma, ha vuelto a ganarme la partida!". Aunque a decir verdad, en ocasiones pensamos que podemos engañarle, que por una vez no pasa nada, si no se va enterar, si total... que más da, sólo ha sido un beso, o una caricia, o un simple hola vía whatsapp... ¡Maldito whatsapp, malditas redes sociales! (eso nos da por pensar cuando nos damos cuenta de que lo que nosotros podemos hacer, es lo que la otra persona podría estarnos haciendo a nosotros mismos.)

Pero a decir verdad... hay una cosa que debemos tener clara:



Este tipo de cosas suceden cuando alguien nos tienta, nos provoca, y no es que únicamente lo intente, sino que lo consigue. Y cuando eso ocurre, ni pensamos, ni valoramos, ni equilibramos, solamente actuamos.



Los lamentos llegan después. Porque seamos sinceros, llegan. Siempre llegan. Y en ese momento, tenemos dos opciones: una, seguir haciendo lo que queremos, con los ojos cerrados, sin mirar, sin querer saber, sin investigar; o dos, plantarnos y decir "basta". Lo primero sucede cuando tenemos un colchón sobre el que tumbarnos, y lo segundo, cuando la situación acaba por irse de las manos de cualquiera y todo comienza a complicarse. Dependerá del momento, del contexto, de cada persona y de que cada situación el que acaben sucediendo una u otra de estas variables. Ni que decir tiene que el final es impensable, porque hay finales que nunca se pueden escribir por adelantado.

Y es ahí, cuando necesitaremos irnos al rincón de pensar. Sí, a pensar, solitos y sin influencias. Es ahí cuándo valoraremos dónde estamos, qué estamos haciendo, qué queremos, y si lo que estamos haciendo nos lleva a lo qué queremos ser.



Correcto, momentos después, pensamos: "la he cagado". Pero sí, acaba por ser tarde, porque no debemos arrepentirnos de aquello que hicimos ya que cuando lo llevamos a cabo era porque realmente era lo que queríamos. Y aquí entran en escena los reproches de nuestros amigos, los que nos quieren, los que tiran de nuestro brazo hasta rompernos una camisa cuando ven que vamos a liarla del todo. Pero ya no hay marcha atrás, nosotros estamos decididos a hacer lo que nos apetece, sin pensar, porque seamos sinceros: ¡no pensamos!. Y pasadas las semanas, alguien nos dice: "haz lo que quieras, pero mañana lloras". Y sí, acaba acertando, como siempre. Ese pepito grillo que todos tenemos cerca, que en vuestro caso podrá llamarse Marta, Cristina, Isabel, Rocío, Lucía... o como sea, y que en el mío se llama Ana.



Y cuando aparece la primera excusa, y después la segunda, y después la tercera... Es cuando acabamos por estar hasta las narices, y decimos: hasta aquí. Porque hay que excusas que sólo se dicen una vez. La canción dice que sólo se vive una vez, y eso acabamos por entender. Que las excusas tienen fecha de caducidad, y que el tiempo también lo tiene aunque no lo ponga en ninguna parte. En ese momento, comprendemos que desintoxicarse es aprender a tomar distancia. Desintoxicarse es vivir. Es aprender a ver las cosas con perspectiva y en perspectiva.  Y para eso, necesitamos una sola cosa: tomar mucho aire y sonreír.



Porque vivir es avanzar, tropezarse es aprender, y sólo avanzamos notablemente cuándo entendemos que el fracaso es aprendizaje, y que todos los caminos que llevan al éxito pasan por la tierra del fracaso, porque el fracaso, es simplemente un precio que debemos pagar para llegar al éxito. 

lunes, 22 de febrero de 2016

Hombre cobarde no conquista mujer bonita.

No existen los príncipes, ni azules, ni desteñidos.
Lo siento. Lo siento si acabas de enterarte de que llevan toda la vida engañándote, haciéndote creer que la vida es fácil, que las pelis se hacen realidad y que las historias que ves en el cine son las de la vida real. Siento desmontarte el cuento, y siento hacerlo en febrero, cuando el frío todavía apremia y algunos creéis que es mejor la compañía.



Pero, ¿de qué vais cuando al llegar la primavera decidís dejar a vuestras parejas para vivir el verano? ¿Acaso sabéis lo jodidamente difícil que es conocer a alguien con quien encajes de una santa vez? Alguien que te comprenda con tan sólo mirarte, alguien con quien no hagan falta las palabras porque las miradas hablan. Alguien  que asienta, que calla, que sueña, que vive, que piensa en nosotros. ¿De verdad os habéis parado a pensar que hay miles de personas ahí fuera que estarían deseando si quiera un atisbo de felicidad como la que vosotros aparentáis tener?

Muchos preferís subir a las redes sociales una foto de un beso, un abrazo, un te quiero con corazones. Lo hacéis para pasar el rato. En realidad, a esa conclusión llego después, cuando de la noche a la mañana dejáis de tener novios o novias y os dedicáis a "vivir la vida". No lo juzgo, pero, ¿acaso no vivíais la vida felizmente enamorados? ¿no érais libres? ¿no teníais lo que queríais?
Es que igual, la respuesta es no. Igual, la respuesta es NO porque no teníais lo que queríais ni estábais con alguien a quien queríais. Pero entonces, ¿qué se supone que habéis estado haciendo todo este tiempo, pasar el rato? ¿hacer perder el tiempo a los demás y perderlo vosotros mismos?

¿De verdad habéis hipotecado vuestra felicidad por la simple apariencia y por lo que otros esperasen? Estáis locos. Locos, pero sobre todo, ahora os sentís perdidos. Y os sentís perdidos, porque de golpe estáis desmontados. Ha sido un jaque mate. Jaque mate porque tenéis que pensar, primero en lo que sois, segundo en lo que queréis de verdad, y tercero en cómo vais a actuar por conseguirlo.
Ahora ya no valen las medias tintas, se supone que ahora toca ser valientes porque ahí fuera no vais a encontrar a ni una persona que crea que estar con un cobarde es poder alcanzar un mínimo vital de felicidad.

Llamadme rara. Debo ser yo la que pide y exige mucho, la que espera mucho, o quizás, la que directamente ya no espera nada. La vida es esto, romper esquemas, rehacerlos, construir algo arriesgando, apostando, conquistando... ¿Sabéis lo que es conquistar?

Sí, conquistar es eso. Conquistar es querer y dejarse querer, sin medias tintas, sin historias abiertas, sin historias a medias, sin puertas ni ventanas entre abiertas. O sí, o no, o todo o nada. No vale un sí un a medias, no vale un no pero sí, sí pero no... ¿de qué carajos sirve tal indecisión ante algo que es tan básico?



-¿Me quieres?
-Sí
-Perfecto.

-¿Me quieres tú a mí?
-No lo sé.
-Hasta siempre.

Fácil. Sí, lo sé, fácil desde la barrera. Pero es como lo veo, y no puedo andar con medias tintas. Lo veo fácil porque yo lo haría fácil. Matizo, lo haría fácil si quisiera a alguien, de no ser así, ni fácil ni complicado, directamente no lo haría. Eso también es saber ser valientes. Saber decir que no, que basta, que hasta luego, que no toca, que no tienes ganas... Saber decir la verdad a fin de cuentas.
Porque siendo así ahorraríamos tanto a tanta gente... tanto... que el karma jamás tendría que putearnos porque directamente no habríamos tenido que aprender esa lección.



Lo dicho... Hombre cobarde no conquista mujer bonita.

lunes, 15 de febrero de 2016

Si no tardas mucho, te espero toda la vida.

Cuando estar con alguien se convierte en monotonía, en llenar vacíos inexistentes, en colmar ilusiones de otros sin saber cómo satisfacer las nuestras. O realmente sí sabemos cómo pero no queremos asumir el qué... La zona de confort acaba por extinguirse cuando uno de los dos decide ser lo que otros esperan de él olvidando qué es lo que él quiere para sí mismo; o bien decide dejar de fingir para ser lo que quiere y arriesgar por estar con quien le gustaría. 




Hay personas que creen que cumplen con tan sólo decir 'buenos días' o 'buenas noches. Las hay además que conciben esa idea como algo conciliador que conquista, que engalana. Olvidan que un deseo no es más que una sensación no materializada. Un deseo puede dejar de ser un deseo cuando se convierte en hecho, y para eso, se necesitan ambas partes. 



Pero en la construcción de los hechos mediante los deseos juega un papel imprescindible la capacidad de ser valientes. Esa capacidad innata que hace que alguien apueste por ti, que te diga que eres tú la única, que no hay segundos ni terceros pases vip. Conocer a valientes ayuda a saber que cuando sales con uno de ellos, no podrás replantearte volver con un cobarde. 



Querer es un deseo, aprender a hacerlo, una realidad.