domingo, 22 de noviembre de 2015

Un zombie a la intemperie.

En ocasiones somos incapaces de mirar en perspectiva, bien por un bloqueo puntual o por no ser capaces de cambiar de nosotros una actitud que llevamos tiempo arrastrando y que en realidad no nos gusta ni nos hace bien. 

Realmente todo está en la mente, o eso dicen. Todo está en el lugar más peligroso y a la vez poderoso con el que contamos, nuestra cabecita. 

Un bloqueo no ayuda a olvidar, ni siquiera a veces ayuda a recordar, ni mucho menos a ver las cosas con total solidez y transparencia. Cuando te bloqueas te acuerdas más de tu ex, de lo mal o regular que llegaste a pasarlo, de los motivos por los que no crees en nadie o en casi nadie, y recuerdas por qué decidiste un día embarcarte en una aventura de la que solamente tú llevases las riendas. 

Angustia, tensión, desconcierto, desacierto, ese es el cúmulo de sentimientos que acaban por concentrarse cuando piensas que nada puede ir peor. Y realmente, cuando algo no puede ir peor, va, porque llega ese terrible momento en que te paras a pensar que realmente sigues queriendo a esa persona en la que sigues sin saber qué ves pero que simplemente la quieres. 

Aunque pase el tiempo, aunque se pare el mundo, le quieres y punto. 

Pero en cierto modo, todo acaba por pasar y por dar vuelta a la hoja. Y cuando llega ese instante, por fin comprendes por qué no, y por qué faltaba esa pizca de todo que hacía incompleto el puzzle.