viernes, 1 de mayo de 2009

Rumbo a una nueva estación de tren...

La felicidad es algo que viene y va, y mientras, nosotros ansiamos tenerla sin antes preguntarle, si ella quiere acercarse. Hay veces en las que creemos que está muy cerca, y nos equivocamos, y por supuesto, de nuevo, volvemos a decir eso de: Bueno, otra vez será…

He dicho tantas veces ese “otra vez será…” que ya no me creo ni a mí misma, o al menos, no quiero creerme en más de una ocasión.

Es difícil plantearse el futuro cuando ni siquiera sabemos que nos está deparando el presente, y más complicado es aun, hablar a solas con la distancia… Esa distancia que últimamente me da más de un disgusto sin preguntarme si quiero tenerlo…

Si resulta complicado entendernos a nosotros mismos, más lo es intentar entender a los demás, porque hay veces que no sabemos por qué pasan las cosas, hay veces, en las que el trasfondo de las mismas no es el que nosotros pensamos… Hay veces, en las que el miedo se apodera de nosotros, nos impide actuar con madurez, con conocimiento de causa, incluso con lógica… Hay veces, en las que sin querer hacemos daño a otros que no tienen culpa de nada. Sí, señores, somos egoístas por naturaleza, lo somos… pero ¿por qué cerramos puertas? ¿Será cierto que se abren ventanas?

Yo, en este momento, no sé qué pensar… No sé si estoy ante una puerta, ante una ventana, o ante un resquicio de luz que me dice que siga mi camino, y que por mucho que me canse, no me pare hasta que no encuentre la salida del túnel en el que me encuentro inmersa…

Es difícil hablar de felicidad, cuando se tiene cerca, no recordamos los momentos en los cuáles lo hemos pasado realmente mal, y cuando directamente no se tiene… ni siquiera nos paramos a pensar si algún día la tuvimos… Pero, ¿y cuando uno no sabe si está feliz, si está triste, o si simplemente está?

Alguien, me dijo el otro día, que el tiempo lo cura todo, pero eso no es cierto, el tiempo no lo cura todo… y un clavo no saca otro clavo, lo sé por experiencia… Aun así, espero que el tiempo sea justo con quien realmente lo merece… Y de momento, yo seguiré con ese paréntesis abierto en mi vida, sin saber que va a ocurrir, si será bueno, o no lo será, pero con la incertidumbre y la esperanza, de que las cosas lleguen a buen puerto; a un puerto en el que haya un barco enorme, donde quepan miles de pasajeros pero que no acabe tocado y hundido como el Titanic.

De momento, seguiré viajando en un vagón con destino a la “estación perdida” dónde quizás, alguien pueda encontrarme, pueda subirse y dónde espero que el asiento aun quede vacío, porque creo recordar, que el billete con ese destino, lo tenía guardado yo…