viernes, 1 de abril de 2016

Parecíamos dos extraños.

Aquella noche, él estaba allí. Después de varios meses sin saber nada el uno del otro, volvimos a cruzarnos. Fue extraño, para él y para mí, sobre todo para mí porque no fui yo quien decidió poner un alto en el camino.
No era el día más adecuado para preguntarnos 'por qué' y por eso preferí no hacerlo. Pero en realidad, siempre es inevitable cuando alguien te importa, sobre todo cuando te importa más de lo que te gustaría. 

Mirarle me hacía daño, pero a la vez le extrañaba. Me sentí una extraña entre tanta gente, bebí para olvidar. 
Beber nunca es la solución a los problemas, menos aun cuando algo no depende sólo de nosotros. 

Un día me prometí a mí misma que olvidaría todo aquello que me hiciese daño; que lo guardaría en un cajón de retos superados; que lo haría invisible ante mi sonrisa, ante mis recuerdos. Hoy he tenido ese flash, ese maldito flash de recuerdos que impide que se borren del todo. 

Alguien me dijo hace no mucho: haz los planes para ti, y si puedes hacerlos con alguien mejor, pero nunca los hagas contra ti.
Pase lo que pase, a pesar de que alguien haga clic en tu vida, a pesar de que alguien te ayude y te enseñe a olvidar, jamás dejes de hacer los planes para ti. De no ser así, cualquier día, sin darte cuenta, te mirarás a la espejo y también tú sentirás una extraña ante ti misma.