domingo, 18 de marzo de 2012

"La Ola de la ilusión"


El mejor modo de ver que "todo pasa y todo queda" es echar la vista atrás. 

Ante decisiones que marcan nuestra vida queda el recuerdo y la sensación de haber hecho las cosas, bien o mal, pero de haberlas hecho. Hace unos años, cuando puede ser que sólo fuese una niña, tuve que tomar una decisión que sin duda marcaría mi juventud por completo. Y por qué no decirlo, marcaría mi  vida, o al menos, una parte importante de ella. 

Como decía, echando la vista atrás puedo darme cuenta de la magnitud de los hechos y de lo mucho que han podido cambiar las cosas. Una joven estudiante de segundo de bachillerato en aquel otoño de 2007 frente a una estudiante de cuarto curso de Políticas en la (casi) primavera de 2012 . Algo ha cambiado en todos estos años, aunque he de reconocer que yo sigo siendo la misma.

Sin duda, el tiempo me ha enseñado a mantener la calma, a encauzar los nervios cuando se tiene un micrófono delante y cientos de personas que te miran. El tiempo me ha enseñado que no todo vale en política y del mismo modo, me ha enseñado a arrepentirme de lo que hice mal pudiendo haber hecho bien. Si bien es cierto que no me arrepiento en absoluto del contenido, si lo hago de las formas.

He notado madurez en mis escritos, en mis debates, incluso en la comunicación directa con aquéllas personas a las que tengo la suerte de ver siempre que puedo. 

Vosotros me habéis enseñado a confiar cuando debía hacerlo, me habéis enseñado a entender que no siempre se puede ser igual de buena con todo el mundo, y del mismo modo, no se debe ser ingenua cuando quién tienes delante no lleva tus mismas intenciones.

Os preguntaréis por qué he elegido este día para escribir precisamente esto. Era una espina que tenía clavada y necesitaba despojarme de ella. Quien bien me conoce sabe que en ocasiones puedo llegar a sonar borde por ser directa, pero del mismo modo, he aprendido a pedir disculpas cuando alguna de mis palabras ha podido ser desafortunada. 

En los últimos tiempos me he dado cuenta de algo que probablemente me hayáis escuchado decir: No podré dedicarme a la política porque quizás no valgo para ello. Las presiones en ocasiones se hacen eco de mi, y es aquí dónde entran en acción esas personas capaces de hacerme ver que no soy una niña y que puedo llegar a ser lo que me proponga. La palabra clave en este caso es la calma.

Hoy no voy a dar nombres, ellos van a sentirse partícipes de esto, porque son ellos quiénes en parte me han hecho ilusionarme, me han hecho feliz y me han hecho darme cuenta de que el liderazgo es algo que ve la gente en ti sin necesidad de hacer alarde de él. Ellos son unos líderes, son los líderes del presente y del futuro. Son líderes de la política, del don de gentes, pero sobre todo, son líderes de una palabra importante: la Amistad.

Me subí a la "Ola de la ilusión" aquel 6 de octubre de 2007 y vosotros hacéis que siga en ella.

Gracias, líderes.

María Núñez.

martes, 6 de marzo de 2012

"No es que ya no me intereses..."



Te miras al espejo y tratas de pensar en lo realmente importante... Cabizbaja, trato de evadir la mirada de ese alguien que sé a ciencia cierta que me mira. Pensar que puedes y no quieres, que quieres y no puedes... Todo y nada, nada pero todo, todo pero nada... 

Indecisión, desconfianza, inocencia o tal vez ignorancia... Sentimientos encontrados, a pesar de estar al fondo del baúl, pero encontrados a fin de cuentas. ¿Como evitarlos? No lo sé, pero me gustaría saberlo. Me gustaría poder evadirle, desviarle la mirada, pero no puedo... Todo es un quiero y no puedo, o un puedo y no quiero. Ahora ya no es incertidumbre, ni siquiera intriga, ahora se trata de la realidad, esa que a pesar de no gustarnos, no deja de ser tan real. 

¿Cómo sé que esto es importante y no algo pasajero? "Una de tantas", dicen muchos; "tantas...pero una", diría yo.

Creía que la libertad era un derecho que nos otorgaba la capacidad de ser libres, pero no, nos han vuelto a engañar. No es libre quien depende de otros, no es libre quien siente sin querer y quiere sin haberlo provocado. No soy libre, mentiría si dijese que lo soy. 

El aire algo contaminado de Madrid no ayuda a evitar todo eso, ni siquiera pasear por la Gran Vía cuando más "vacía" está lo evita. Hay circunstancias que no se provocan y momentos que son inevitables. A pesar de todo, es aquí dónde puedo sentirme lo más parecido a feliz que podría encontrar. 

Y es que... como dice Sabina,

"Amor se llama el juego en el que un par de ciegos, juegan a hacerse daño..."

Aquí termina mi tiempo, mi momento, aquí termina el tuyo, ese que no fue provocado, ni buscado, ni decidido. 

domingo, 4 de marzo de 2012

Una vez más, perdiendo oportunidades.



"...Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren..."

Probablemente muchos conozcáis los versos de esta canción de Sabina; otros posiblemente sea la primera vez que la escuchéis, y muy posiblemente, otros simplemente no tengáis intención de escucharla. Si me permitís el hecho de que pueda daros un pequeño consejo, os diría que la escucháseis y tratáseis de entender lo que oculta en el fondo de su letra. 

Los socialistas tenemos ganas de seguir trabajando dentro de nuestro partido pero tenemos una amarga sensación, y no es precisamente la de haber perdido las elecciones, si no la de ver que a pesar de haberlas perdido no ocurre nada nuevo. Es triste pensar que este partido vaya a quedarse aquí. Llamarme tremendista, loca o incluso ignorante, pero lo pienso. "Todo pasa y todo queda" como dice Serrat, pero tengo un claro presentimiento y es el de saber que si no hacemos nada por la gente, la gente no hará nada por nosotros.

Soy una de esas personas que vive la vida casi al límite, que ha aprendido a aprovechar cada momento que me brindan, y sí, podría decirse que soy perseverante en todo aquello que hago, incluso cuando no debería serlo. 

En cuestión de años pasé de no haber perdido ninguna elección a perderlas todas. Reconozco que mis lágrimas fueron sinceras aquel 22 de mayo de 2011 cuando vi "caer mi pueblo" y mi comunidad. De igual modo reconozco que el 20 de noviembre esperaba el resultado y no derramé ni una sola lágrima. Estaba plenamente convencida de que la gente no estaba con nosotros porque nosotros no habíamos estado con ellos. Ni siquiera nos habíamos parado a preguntarles "qué es lo que más les importaba y qué es lo que más necesitaban". Necesitaban atención, y no se la dimos; necesitaban soluciones y nosotros ni siquiera habíamos pensado en el problema; y lo más importante, necesitaban sentirse respaldados por el partido en el que habían confiado, y no lo estuvieron. ¿Qué ocurría? Se palpaba decepción, desengaño, desencanto y tristeza en el ambiente. 

Me encontré con un PSOE fortalecido y acabé viendo un PSOE completamente deteriorado dónde "algo cambia para que todo siga igual". ¿Qué ha pasado con el discurso real que deberíamos estar dando? ¿Qué ha pasado para que no estemos liderando los movimientos sociales, las manifestaciones? ¿Qué ha pasado para que no pensemos en asociacionismo? ¿Qué nos está pasando?
Sería una buena pregunta, pero lo cierto, es que ni siquiera yo me atrevo a responderla.

El pasado 29 de febrero estuve en la concentración en Sol en contra de la reforma Laboral. Estuve con compañeros de Juventudes y con compañeros de Facultad, pero no vi a Rubalcaba, tampoco a Elena Valenciano. Tampoco estaban en la manifestación del 19 de febrero... ¿Dónde están? 

En las encuestas más recientes emitidas por el diario El País, leo algo que me preocupa: "El 68% de los ciudadanos dice no tener confianza en Rajoy (dos puntos más que hace un mes); pero el desgaste de Rubalcaba es aún mayor: el 75% no confía en él (ocho puntos más que en el anterior sondeo) y el 52% desaprueba su gestión como líder de la oposición."

Al leer esto, entiendo que verdaderamente algo debemos estar haciendo muy mal para que sigamos siendo los más perjudicados a pesar de no formar parte del gobierno. El problema no es de la crisis, el problema lo tenemos nosotros y este, ha sido verdaderamente el gran problema -valga la redundancia-. Llegamos a pensar que la crisis era el problema dejando de lado el gran matiz de esta amarga historia: El problema lo tenemos nosotros porque no hemos sabido hacer las cosas bien, no hemos sabido explicarlas, y lo peor de todo, es que ni estando en la oposición estamos sabiendo hacerlas. 

¿Qué estamos esperando, que las soluciones bajen del cielo? ¿Qué sean otros quienes dictaminen cual debe ser nuestro discurso? Estoy decepcionada, y no hay nada peor que estar decepcionada con aquéllas personas en quien un día confiaste tu voto pensando que eran lo mejor. Quiero fuerza, tesón, quiero ilusión... quiero ver un verdadero Partido de izquierdas que vuelva a ser lo que era. 

Debemos replantearnos grandes debates dentro y fuera, y como premisa principal considero, que alejarnos de la gente nos llevará a alejarnos cada día más de este país, de España. 

María.