lunes, 31 de enero de 2011

El cuarto poder.

La verdad es que tenía pensado escribir sobre algo muy diferente a lo que voy a hacerlo. Pero desde la derecha tienen esa cualidad: la de tocar las narices y envenenar a la gente.

Estaba twitteando y he visto lo que el señor Rajoy se ha atrevido a decir. Está desvelando parte de su programa, y lo está haciendo ante los ojos del mundo, o en este caso, de los españoles ya que se siente seguro de su triunfo.

Es un triunfo alimentado por las encuestas de los periódicos de este país, por los medios televisivos y los medios de comunicación en general.

Quién sea algo inteligente, habrá podido observar que todo medio de comunicación que se precie tiene alguien a quien servir. Los hay más neutrales y menos, pero lo que si está claro, es que la mayoría de los medios de este país sirven a parte de la derecha, o a la derecha al completo.

La capacidad de persuasión, de llegar a la gente, o incluso de credibilidad que tiene un medio de comunicación (el que sea) es superior a la capacidad de convicción o credibilidad que puede tener un político hoy en día.

Os preguntaréis por qué, los medios de comunicación de masas hicieron que en el periodo de entreguerras se fuera produciendo el cambio y la diferencia entre el poder legislativo y el poder ejecutivo. De este modo, en el ejecutivo comenzó a recaer lo que a día de hoy es el gobierno, con la figura preeminente del Presidente del Gobierno. Mientras que el Parlamento, se fue convirtiendo en el lugar de debate político y mediatizado. Las trifulcas entre partidos políticos en el Parlamento es lo que comunmente ve la gente en la televisión, relegando en los medios, al gobierno a una segunda plana.

He tratado de explicar esto, para que se vea el gran poder que los medios de comunicación pueden llegar a tener, convirtiéndose en lo que a día de hoy, podría denominarse el cuarto poder.

En estos medios, a los que todos tenemos acceso, el señor Rajoy ha hecho declaraciones consistentes, y como decía, ha desvelado parte de su programa de (des) gobierno.

Legitimidad y legalidad coinciden cuando las leyes de un país se adecuan a los valores en los que se inspira esa sociedad. En este caso, igualdad, libertad y justicia, sumando los principios de solidaridad y pluralismo político. Pues bien, la ley de Memoria Histórica, la reforma sobre el aborto o la ley que ha hecho posible la unión entre personas del mismo sexo, serán el blanco de este que dicen que lidera el partido de la oposición.

Lo que en 7 años se ha conseguido, las grandes conquistas del siglo XXI en materia de derechos en lo que a los españoles se refiere, pasarán a la historia si este señor consigue recabar los apoyos necesarios para alzarse con el poder en 2012 y llegar al lugar que tanto ansia desde hace años, La Moncloa.

Repito tal y como he dicho en otras ocasiones, las cosas no están bien, pero pueden ir peor si seguimos pensando que los culpables de esto son quienes han tratado de solucionarlo por encima de todas las cosas, incluso con el riesgo de que su imagen quede en mal estado debido a la toma de decisiones impopulares, pero necesarias.

Durante estos 7 años de gobierno, se han conseguido cosas históricas. El hecho que todos tengamos los mismos derechos a la hora de decidir con quien vamos a compartir nuestra vida, el hecho de poder acceder a una ley de dependencia que nos ayude a seguir adelante con la familia y de manera digna, el hecho de poder decidir sobre el futuro de nuestra propia vida a través de la reforma del aborto, y el hecho, de poder hacer homenaje a la historia, así como justicia ya que otros nunca pensaron en hacerla.

¿Merece la pena dejar que un partido de derechas desgobierne este país y nos lleve a la cola en materia de derechos? ¿Merece la pena volver a sentirnos diferentes siendo iguales porque otros crean que por el hecho de tener una condición sexual diferente no merecemos lo mismo que un matrimonio entre hombre y mujer? ¿Merece la pena que ellos lleguen al gobierno a cambio de no poder decidir sobre nuestro futuro?

Creo que no hay derecho a que se cambien las leyes sin antes consultarlo con la ciudadanía, sin antes pedir opinión a quienes nos afecta, sin antes preguntar si todo esto merece la pena.

María.

miércoles, 26 de enero de 2011

Falta de valentía.

Detesto hacer sufrir a la gente, y por tanto, no me gusta que nadie trate de despertar en mí ese sentimiento.

Trato de plasmar lo que siento aquí, porque doy por hecho que es mi casa, y también la de todo aquél que hable con respeto hacia mi y todo aquéllo que escribo.

Nunca me ha gustado descalificar para tener que rebatir un argumento, aunque he de reconocer que no me gusta que me lleven la contraria. Aun así, me considero una persona con la que se puede tener una conversación siempre y cuando no se pierda el respeto. En el momento en que eso ocurre, doy por finalizada la conversación. También la doy por finalizada cuando la otra persona va con intenciones de hacerme daño.

Dicen que no hace daño quien quiere sino quién puede, pero inevitablemente siempre hay momentos en los que estamos con las defensas bajas y que todo nos afecta un poco más.

Hace unos meses me ocurrió algo que no había contado a nadie, excepto a mi madre y dos de mis amigos, pero creo que llega el momento de hacerlo. Y creo que hoy es el día porque me ha vuelto a ocurrir algo parecido.

No obstante, ya adelanto que esa persona para mí, no merece ni siquiera ser mencionada. Cuando alguien trata de INSULTAR (sin conseguirlo) a otra persona desde un anónimo muestra muy poca valentía por su parte.

Cuando he abierto el blog esta tarde me he encontrado con un mensaje con el que se pretendía hacerme sentir mal, lo siento, no lo has conseguido.

Hacía referencia a mi abuelo (deberías lavarte la boca con lejía para hablar de el, que no te queda la menor duda) y decía algo así como "déjalo donde está, que está mejor, dudo que se sintiese orgulloso de ti". Seas quien seas, tan sólo quiero decirte algo, el tiempo, pone a cada uno en su lugar, y te llegará tu momento porque a todo cerdo le llega su san martín, y sí, te estoy llamando cerdo, porque me parece de persona mezquina hablar de esa manera de una persona que desgraciadamente no se puede defender.

Probablemente, lo que te pese sea que tu familia se sienta poco orgullosa de tí, no obstante, te voy a informar de algo, la mía, en ningún momento se ha sentido decepcionada con respecto a mi.

Hace unos meses, como decía, en un mensaje del mismo estilo y que por supuesto no vio la luz, alguien se dedicaba a insultarme, haciendo referencia también a que pretendía "defender pleitos perdidos sin entender de la misma la media" (haciendo una clara alusión al Franquismo). Me llamaban mentirosa y cosas mucho más graves que no voy a reproducir.

Me limité a trasladárselo a mi madre y a dos de mis mejores amigos, pero la cosa quedó ahí. Está claro, que lo que no voy a consentir es que ni tú ni nadie hable de una de las personas a las que más quiero en este mundo, en este caso, mi abuelo.

Vergüenza me daría hacer lo mismo contigo. No sé quien eres, ni tengo interés alguno en saberlo, dado si que lo supiera, lo último que haría sería callarme ante tí.

Estamos en pre-campaña electoral, y no sé que interés pueden llegar a tener algunos en hacer cosas de este tipo. Sé que es alguien de Olivenza, y no es sólo la intuición, sino en parte hechos que podrían demostrarlo, pero si me lees, lo único que voy a avisarte, es que te estés quieto.

Podría ponerme a hacer divagaciones y acusaciones directas, pero no actuaré del mismo modo en que lo ha hecho el Partido Popular con la agresión del Consejero de Cultura de Murcia. No es mi estilo.

Dado que este es mi blog, y por tanto mi casa, seguiré hablando de lo que crea conveniente, sin que nadie me corte las alas ni trate de hacerlo. La libertad es un derecho reconocido en la Constitución del que yo hago uso y honor SIEMPRE. Hablo de mi abuelo porque le siento más cerca cada vez que lo hago, y quien no tenga interés en lo que escribo, simplemente, tiene que limitarse a no entrar a leer.

Serán bienvenidos todos aquellos comentarios que no sean ofensivos ni atenten contra la dignidad de las personas. No acepto insultos, ni tampoco, anónimos. Estoy harta.

sábado, 22 de enero de 2011

Sobre la libertad: John Stuart Mill

«A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a oír a determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad. Ésta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas consecuencias perniciosas, sino para adoptar expresiones que terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro.»


La verdad es que he estudiado poco de este filósofo, político y economista inglés del siglo XIX, pero un muy buen amigo me habló hace algunos años sobre él con gran entusiasmo.


Su defensa a ultranza de la libertad de expresión en contra de la censura es algo que me conmueve. Una vez, cuando era niña sentí que había dejado de ser libre... Tan sólo tenía 13 años, y por el hecho de decir lo que pensaba fui represaliada.


Nunca entenderé en que se convierte la clase humana tras muchos muchos muchos años de Gobierno. No todos dejan de ser persona, pero algunos, aparentan serlo muy bien.


Hoy tocaba hablar de libertad, estaba estudiando los orígenes de los Movimientos Sociales y no he podido resistirme a decir lo que pensaba.


Buenas noches, y buena suerte.

martes, 18 de enero de 2011

"Las cosas que no nos dijimos"



Hay momentos en los que escuchamos canciones que hacen que siempre recordemos el momento en que por primera vez la hemos escuchado. O de otro modo, tras haber pasado el tiempo, incluso, podría decir que los años, y tras haber escuchado una canción una y mil veces... Llega el momento de analizar la letra y cada una de las palabras que en ella aparecen.


Por motivos que desconozco, siento la necesidad de escuchar música, de recordar cosas bonitas y de evadirme al pasado como si todo hubiera sido mucho más fácil que ahora.


Podría decir, que he subido a muchos trenes a lo largo de mi vida, muchos más autobuses y no tantos aviones. Pero, ¿sabéis qué? No hay nada como una estación de tren... El motivo, es que continuamente se suben y bajan pasajeros, que no dejan de ser personas, con sueños, proyectos e ilusiones por cumplir.


En muchas ocasiones hay asientos vacíos, aunque si vas inmersa en la lectura de un libro apasionante (véase: "Las cosas que no nos dijimos" de Marc Levy) parece como si los personajes del relato te acompañasen en el viaje.
No es casualidad que esté escribiendo aquí y ahora. El destino se interpone en nuestros caminos siempre que quiere, y normalmente, quiere hacerlo a menudo. Sube y baja con nosotros de los autobuses, los trenes y los aviones, y hace, que las cosas más insignificantes puedan ser recordadas toda la vida.


Hay días en la vida de una persona que no se olvidan, detalles que se recuerdan y momentos que quedan en la retina. Nuestra mente se compone de imágenes; imágenes que seguidas componen la historia de nuestra vida.


La historia de nuestra vida, se ve marcada por cada canción que escuchamos, y por supuesto, mucho tienen que ver el lugar y el momento en que la escuchamos.


¿No habéis sentido a veces que hay canciones que están hechas para vosotros? Continuamente me ocurre... entre mis cantantes y cantautores preferidos se encuentran algunos grandes de nuestro país: Serrat y Sabina, Ismael Serrano capaz de llegar siempre al corazón de toda persona con conciencia, David Bustamente, Fran Perea...


En mis momentos de ira, desenfreno e hiperactividad lo único capaz de calmarme es escribir y escuchar un poco de música de esta que llega... Música que te hace pensar, reflexionar, y que en ocasiones, ha hecho que cambiase el rumbo de mi camino hacia otro que creía mejor.


Quizás con esto diga muy poco, o parece que así sea, pero he sentido la necesidad de hacerlo.
A veces con muy poco puede decirse mucho, y creo que ésta, es una de esas veces.


Buenas noches, y buena suerte.


María.

lunes, 17 de enero de 2011

Magia es la palabra.


El tiempo me ha enseñado que la felicidad llega cuando menos te lo esperas.

No es que haya llegado a mí, aunque no puedo quejarme. Tengo todo lo que quiero, y aunque no puedo decir "Soy Feliz" porque aun falta un elemento que hiciese que esa felicidad fuese una realidad para mí, las cosas me van bien. Estudio en una ciudad maravillosa, me encanta mi facultad, mis padres pueden darme todo lo que necesito y mis amigos están ahí cuando más les necesito. Sin lugar a dudas, y creo que nadie las tiene, lo que más feliz e importante me hace sentir en esta vida es que tengo una familia que me quiere, y personas que cuentan conmigo a mi alrededor. El hecho de que otros quieran contar con tu presencia es más que relevante para que nos sintamos importante, bien y felices.

Hay momentos en la vida de una persona que por motivos que se desconocen, ocurren cosas inesperadas. Las personas vienen y van. Se van un día sin decir adios, y cuando menos lo esperas, aparecen como por arte de magia.

Sí, magia es la palabra para hacer referencia a todo esto. La magia hace que las cosas sucedan cuando una menos lo espera.

Pasado el tiempo, o mejor dicho, los años, he aprendido algo. Y es que todo aquello que acaba sin una explicación de por medio, vuelve a tí como agua de mayo. Casualidades de la vida, aunque a mí me gustaría llamarlo destino.

Todos cometemos errores, todos alguna vez nos hemos equivocado, pero creo, que no tengo derecho a juzgar a nadie que se haya equivocado alguna vez en su vida y haya hecho que otra lo pase mal. Y mucho menos, voy a guardar rencor cuando todo se ha hecho sin intención.

Dicen que la mejor manera de comprender a alguien, es la de ponernos por un momento en el lugar de esa persona. ¿Qué hubieráis hecho ante la existencia de miedo?

Indudablemente, el miedo es esa sensación capaz de apoderarse de nosotros en un momento dado. Nos anula, y dejamos de tomar decisiones por nuestro propio pie. Tras el miedo, llega la eterna consecuencia, la cobardía.

El otro día hablando con un amigo, le decía: "¿Quién en su sano juicio hace caso a sus amigos en contra de lo que siente? Sólo un cobarde."

Y es cierto, sólo a través del miedo y la cobardía actuamos de ese modo. Y es que , concluí diciéndole, "la cobardía es la enfermedad más dura que puede tener un ser humano porque nunca se cura". Quizás me equivoqué en eso, porque sí se cura.

Es dura, porque no hacemos lo que realmente nos gustaría "por miedo a"... y es que como decía Alex Ubago, se debe actuar "sin miedo a nada".

Yo no soy muy de ir a misa ni pasearme por Iglesias, pero creo, que en ocasiones, cumplo más con los 10 mandamientos que los propios católicos aférrimos a la religión. Como decía, todos nos equivocamos, y por eso, he perdonado. Porque si en un momento dado y bajo circunstancias parecidas yo cometo ese error, me gustaría que pasado el tiempo, también otros me perdonasen.

Lo que vengo a decir con todo esto es que, cuando menos te lo esperas, la vida es capaz de sorprenderte de nuevo, una y mil veces. El tiempo es su gran aliado y nuestras sensaciones también lo son.

Probablemente nunca una derrota fuera tan dulce, y un triunfo fuera tan amargo. Tenía razón Felipe González con eso ;)

Buenas noches, y buena suerte.

Y una vez más, abuelo, GRACIAS. Es lo único que puedo decirte.

María.

domingo, 16 de enero de 2011

Cuando las cosas se planean, no salen bien.

Ayer sentí la necesidad de llorar. Los nervios invadieron mi estómago, nudos en la garganta, mientras pequeñas lágrimas descendían por mi cara... El corazón dejaba de estar ciego y plantaba cara a la realidad.

Sentí que el pasado de nuevo queria regresar a mi vida, y que de nuevo, esta ciudad, Madrid, estaba detrás de todo esto.

Entre nervios, recuerdos y momentos pasados, comencé a atar cabos. Las cosas no pasan cuando uno quiere, sino cuando el tiempo así lo decide.

No creo en las casualidades, pero sí en el destino.

El tren pasó hace mucho, y yo decidí no cogerlo. Las oportunidades importantes sólo aparecen una vez en la vida, pero sabía, que de un momento a otro, esto tenía que ocurrir.

Nada volverá a ser como antes, y lo sé, pero no es bueno dejar heridas abiertas y que mientras tanto, el tiempo pase sin miedo a nada.

"A veces sucede que el silencio es el mejor aplauso", el mejor aplauso por haber hecho las cosas bien, o no.

Si algo sé es que las cosas pasan a su debido tiempo, y antes no era el momento, aunque tampoco quiero decir con esto que lo sea ahora.

Con respecto al resto, tan sólo espero que la solución y el fin sea favorable a todos, pues no hay otro camino que el triunfo de la libertad. El que otros puedan actuar conforme a ella y ejercer su derecho de ser libres.


María.

viernes, 7 de enero de 2011

Hay cosas que el tiempo no cura, por ejemplo, quererte.

En los momentos importantes es cuando más echamos de menos a las personas que no están. Los que se alegrarían de ver nuestros éxitos, de conocer nuestros triunfos y estar junto a nosotros en situaciones complejas.

Desgraciadamente, tenemos que pasar por esos momentos importantes notando la ausencia de alguien que no está pero que sin duda siempre tratará de protegernos.

Muchas veces he escrito sobre tí, dirigiéndome sin vergüenza y ante los ojos del mundo. Mostrando mi malestar porque te fuiste sin despedirte, sin decirme ni siquiera adios, sin explicarme las razones por las cuáles me dejabas... Tan sólo tenía siete años... Siete añitos recién cumplidos.

Sin duda, ese debió ser el cumpleaños más triste de mi infancia. El último cumpleaños junto a ti. Sin saberlo ahí me estabas diciendo adios. Jamás volvería a verte, jamás volvería a tocarte... Jamás de los jamases entraría por esa puerta y tú estarías sentado en tu sillón, al lado de la ventana...

En este momento me invaden las ganas de gritar... Siento la necesidad de hacerlo. Necesito una explicación. Necesito una razón. La razón por la cual me dejaste sin antes avisar.

¿Acaso pensaste que si no me enteraba en ese momento no iba a hacerlo tiempo después? ¿Pensaste que siendo tan sólo una niña no lograría comprender el sentido de tu marcha? Te equivocaste. Siento decirte que lo hiciste.

En ese momento habría sido capaz de encajar la situación mejor que en este mismo. Tenía la protección de todas y cada una de las personas que me querían. Ahora es distinto, me voy haciendo mayor, y no recibo la misma atención.

Muchos creen que soy fuerte, y se equivocan pensándolo, pues cuando se trata de ti, la fortaleza desaparece.

Me hubiera encantado que estuviéses conmigo en todos estos momentos:

El día que decidí afiliarme a Juventudes Socialistas, cuando vi por primera vez a Felipe González y Alfonso Guerra, las campañas electorales, la pasión que me arrastró a apoyar a Tomás Gómez, la hora de elegir la carrera que quería estudiar y la ciudad dónde quería hacerlo, mi 18 cumpleaños, cuando aprobé el carnet de conducir... Y sí, también cuando escribí ese pasodoble de carnaval que canté con la murga muy gustosamente.

Me hubiera gustado que me vieras hablar en público, presentar los carnavales, hacer los pregones y todas esas cosas que una niña de 15 años tiene ganas de compartir con el resto del mundo... Me hubiera gustado poder dedicarte un libro, tener una foto contigo, ir a los plenos del ayuntamiento... y sin duda, que me hubieras acompañado a afiliarme al Partido Socialista Obrero Español.

¿Sabes abuelo? El otro día cuando entregué mi ficha del partido, lo primero que hice fue mirar la foto que está en la sede. Sí, esa foto en la que apareces tú junto con el equipo de gobierno socialista de mediados-finales de los 80. No puedes hacerte una idea la gran cantidad de veces que he podido mirar esa foto mientras me encontraba en reuniones.

Todo el mundo sabe el orgullo que siento por ti, la satisfacción que me invade al poder decir que eres mi abuelo... Me hubiera encantado que hubieses estado presente en el momento en que descorrí la placa que lleva el nombre de tu padre y el tuyo propio... Fue más que especial. Fue sin duda un momento inolvidable.

Si hubieras conocido a mi hermano... Travieso, revolucionario, nervioso, alegre... y sin duda cariñoso. Hubieras estado orgulloso de ser su abuelo. De vez en cuando es un poco contestón y se le ocurren cosas de bombero retirado, pero en el fondo no hace las cosas con maldad.

Creo que tengo que dejarte... no puedo seguir derramando tanta lágrima por hoy o me quedaré sin líquido. Sólo quiero que recuerdes que hay momentos que no se borrarán de mi memoria. Pero por favor, la próxima vez que decidas aparecer en uno de mis sueños, no dejes que esté traumatizada una semana por pensar que todo fue cierto.

Te quiero, no lo olvides.

María.