sábado, 22 de enero de 2011

Sobre la libertad: John Stuart Mill

«A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a oír a determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina (sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad. Ésta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas consecuencias perniciosas, sino para adoptar expresiones que terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía, es más fatal en este caso que en cualquier otro.»


La verdad es que he estudiado poco de este filósofo, político y economista inglés del siglo XIX, pero un muy buen amigo me habló hace algunos años sobre él con gran entusiasmo.


Su defensa a ultranza de la libertad de expresión en contra de la censura es algo que me conmueve. Una vez, cuando era niña sentí que había dejado de ser libre... Tan sólo tenía 13 años, y por el hecho de decir lo que pensaba fui represaliada.


Nunca entenderé en que se convierte la clase humana tras muchos muchos muchos años de Gobierno. No todos dejan de ser persona, pero algunos, aparentan serlo muy bien.


Hoy tocaba hablar de libertad, estaba estudiando los orígenes de los Movimientos Sociales y no he podido resistirme a decir lo que pensaba.


Buenas noches, y buena suerte.

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