sábado, 15 de marzo de 2014

El gris no es color para la primavera.

Pasan los días y nada es lo mismo. Siento un inmenso vacío que me produce un dolor que ni siquiera recuerdo; la ausencia de las palabras, el desconocimiento de las miradas y la eterna sensación de que esto sólo hubiera sido un sueño. Despertar no está siendo agradable, sobre todo cuando sin saber por qué lo perdemos todo de golpe. 
Hay pérdidas que no tienen remedio, otras que podrían tenerlo, y otras que innecesariamente tienen por qué causarnos dolor. Pero sin embargo, en este caso, y como adelantaba, el dolor no se puede describir. Cuando algo nos duele no sólo por fuera sino también por dentro, es cuando llegamos a comprender lo complicado que puede llegar a ser volver a lo de siempre. ¿Y qué es volver a lo de siempre? No sé si tengo respuesta para eso, pero supongo que consiste en volver al punto de partida. Ese punto de partida que lo marca y lo dictamina casi todo, conocemos el principio, pero nunca el final hasta que éste llega. Y quizás eso sea lo mejor, poner en contador a cero porque si algo no quiero perder es esa sensación de sentir que una amistad insustituible puede acabar abocada al fracaso. 

Son días de miedos, sensaciones de decepción, de tristeza, de vacío... Son días grises a pesar del sol, y es eso lo que tiene que cambiar. El gris no es color para la primavera, ni la tristeza el mejor estado de ánimo para estas fechas en las que afloran muchas cosas -entre ellas las alergias- pero sobre todo los pequeños detalles que dan sentido a la vida. Y sólo cuando nos ocurren estas cosas logramos entender a quiénes unos días antes, semanas, meses o años, han tratado de describir las mismas sensaciones.

De momento, poner a cero el contador equivale a poner distancia a los recuerdos, a las miradas, a las coincidencias, incluso significa, poner distancia a nuestra casualidad, y sólo siendo así, podremos hablar de una cuestión de tiempo.

Feliz sábado.

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