domingo, 30 de marzo de 2014

La frontera de la indecisión.

En Marketing nos enseñan muchas cosas, entre ellas, todos aquellos elementos que hacen que en el consumidor se produzca un estímulo del tipo que sea, y que estos estímulos sean influenciables en el proceso de decisión de compra.

Un olor es algo que el cerebro de una persona siempre asocia a algo, ya sean personas, experiencias, vivencias, ciudades, recuerdos, incluso situaciones. Pero he descubierto algo, aunque a decir verdad era algo que ya sabía. Dicen que el olor es el más potente de todos elementos que pueden utilizarse para estimular algo; y ojo, que puede ser cierto y fácilmente demostrable si hacemos un experimento con personas y les preguntamos a qué les recuerda tal olor. Pero, algo que no quería dejar pasar en este espacio, es algo que quizás os ocurra a todos cuando alguna vez escucháis una canción, una melodía, o quizás tan sólo un par de acordes de una música que ha significado y significa mucho para vosotros. Y en realidad, eso es lo que me sucede cuando escucho esas primeras letras, mientras el comienzo de esa melodía hace que las sensaciones de aquellos días se reencarnen en mí por momentos. 

Es algo complicado de explicar, algo difícil de describir, es mejor sentirlo. Es algo así a cómo cuando tratas de explicarle a alguien lo que se siente cuando unas extrañas mariposas comienzan a recorrer tu estómago, o como esa culebra simulada que sube y baja por el cuerpo y hace que te conviertas en un ingenuo entregado a un amor que no sabemos primero, si existe, y segundo si es o podrá ser recíproco algún día. Y es que, al igual que estas sensaciones tan extrañas que os he comentado, escuchar una canción o tan sólo una voz, y que te recuerden a algo o alguien, es algo que como el amor, tampoco se elige. En esta vida podemos elegir muchas cosas, pero eso NO.


Del mismo modo, tampoco podemos elegir determinadas situaciones que suceden, situaciones que no pueden ser controladas por nadie, o al menos, no por nosotros mismos. Y en ese cúmulo de sensaciones que se agolpan frente a nosotros como si nos encontrásemos entre una espada y la pared, nada esa extraña presión que nos lleva a la locura más extrema, esa locura, que sin pensarlo, nos hace entregar parte de nosotros mismos a algo que deseamos con mucho ahínco. Y es que las canciones son eso, letras plasmadas en música que siempre tienen un por qué, que no nacen de la nada, sino que nacen de la experiencia. Y cuando una canción llega a suponer algo para nosotros, incluso algo tan fuerte como es el hecho de que nos imaginemos y revivamos ese primer momento en el que la escuchamos, el autor habrá cumplido su cometido: Trasladarnos esa misma sensación que fue la que le impulsó a escribir. Por eso, aunque un olor sea algo único que evoca mil y una sensaciones y recuerdos, la música es capaz de traspasar las fronteras de los sentidos, llevándonos al paraíso dónde el recuerdo puede volver a ser real, porque sin quererlo y sin elegirlo, es capaz de traspasar incluso la frontera de nuestra indecisión. 


1 comentario:

Ruth dijo...

Aissss Marieta siempre das en el clavo! Olor a tortilla de patatas ;)