lunes, 30 de marzo de 2015

¿Sabes echarle de menos?

La realidad es que ella le quería, pero realmente, no quería quererle. Quererle suponía sentir la carga de sus sentimientos sobre sus hombros cada día; quererle suponía abandonar la falsa idea de "vivir el momento", de sentir que cada día era el único. Porque sinceramente, cada día deja de ser único cuando esa persona con la que quieres estar, deja de estar. Y esto sucede, porque en realidad, cuando quieres a alguien, la idea de pensar que el momento no es siempre, te hace abandonar el reto de aprender a quererle sin extrañarle.

Cuando sabes que quieres a alguien pero no lo asumes, acabas por darte cuenta de que no es a los demás a quiénes engañas, sino a ti mismo cada día. Te avergüenzas de sentir celos, de echarle de menos, te inventas una y mil historias para parecer sincera contigo misma, incluso, para parecerlo con los demás. Pero una vez que pones lo pies en la tierra, y asumes ese riesgo, tratas de concebir la realidad: y es que querer no es más que un sentimiento compartido cuando la otra persona también lo siente. 


El miedo se apodera lo que se siente, de lo que se piensa, de lo que sucede y de lo que no sucede. Porque a veces, las personas no sólo no somos capaces de vivir el momento sino que llegamos a impedir que otros puedan comenzar a vivirlo. Y es en el sacrificio de esa renuncia a vivir el momento, donde la suerte te acaba premiando por ello. 

Ser capaz de vivir no es más que ser capaz de ser uno mismo, sin saber qué es lo que otros esperan de ti, simplemente, teniendo la seguridad de que siendo uno mismo podrás no dejar escapar ni una sola oportunidad que merezca la alegría. 

Cansada de escuchar que todo es "cuestión de tiempo", una vez más decidió salir a tomar el sol. Aunque a decir  verdad, no estaba muy convencida de ello, sentía que por momentos le había vuelto a tener cerca, lo suficiente, como para volver a sentir que sabía lo que era echarle de menos. 

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