La última llamada del tren le
hizo reflexionar. Cogió su maleta y se adentró en aquel vagón del que sabía muy
poco. Al cabo de unas horas comenzó a sentirse como en casa.
El traqueteo de las vías hizo que
su única preocupación fuese descubrir cuántas gamas de color verde lucían sobre
aquellos campos.
Al principio se sentía insegura, algo desanimada quizás. No lograba saber si se estaba equivocando, si remontaría, si aquella aventura podría resultar alentadora. Y es que, de nuevo, su inseguridad palpitaba cuando el túnel comenzaba a acercarse en el camino.
Al principio se sentía insegura, algo desanimada quizás. No lograba saber si se estaba equivocando, si remontaría, si aquella aventura podría resultar alentadora. Y es que, de nuevo, su inseguridad palpitaba cuando el túnel comenzaba a acercarse en el camino.
Hay veces en las que el final del túnel queda muy lejano; no alcanzamos a ver la luz verde, ni siquiera la blanca. Y cuando estamos a punto de rendirnos es cuando menos nos queda para alcanzar el éxito. Por las pequeñas cosas acabamos dándonos cuenta de que nada hubiera sido posible sin los baches, sin esas rachas en las que todo parecía imposible pero lográbamos que fuese todo lo contrario.
Quizás sea porque lo imposible sólo
tarda un poco más, y quizás por eso mismo el éxito acabe siendo posible.
Cuando nadie cree en nosotros podemos llegar a frustrarnos; o por el contrario, podemos llegar a creer en nosotros mismos con más ganas que nunca. Porque cuando los demás dan por sentado que no alcanzaremos algo es cuando más fuertes vamos a sentirnos, al pensar que únicamente debemos confiar en lo que somos y en aquello en lo que nos podemos convertir.
Por eso dicen que no hay mayor
fuerza para alcanzar una meta que la de creer en uno mismo. Y por eso mismo,
nunca debes olvidar que si no te tienes a ti mismo jamás podrás tener a nadie.
El viaje en tren continuaba,
habían alcanzado a superar laderas y la niebla de las altas montañas. Y aun
así, ella no dejó de creer en sí misma ni un sólo instante. Ni siquiera por
momentos se planteó aquello de rendirse, porque de haberlo hecho, se estaría
traicionando a sí misma.
Y al otro lado, en cualquier tren y dirigiéndose a cualquier camino, se encontraba él.
Con él lograba ver la luz al
final del túnel, esa luz que sin saberlo comenzó siendo tenue y poco a poco fue
alcanzando su color. No fue fácil, de hecho, sigue sin ser fácil, pero si de
algo está convencida es de saber lo que quiere, y aunque le cueste, seguirá
persiguiendo lo que parece imposible para hacerlo posible.
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