martes, 28 de mayo de 2013

Todo este tiempo.



Algún día leeré todo esto y probablemente piense: Fui feliz. 

No sé cómo voy a pagarles a mis padres todo lo que han hecho por mí para que sea lo que soy, por haberme podido regalar una carrera, con esfuerzo y tesón, a pesar de que siempre he podido disfrutar de las becas que me han permitido también seguir estudiando fuera. Tengo miedo a decepcionarles. Han invertido parte de su vida en hacerme ver que la vida no es color de rosa, que todo premio conlleva su esfuerzo, y que todo esfuerzo tiene como resultado una recompensa. La recompensa de todos estos años va a ser que mis abuelos y ellos me vean licenciada -si todo sigue como hasta ahora- en poco más de un mes. Pero temo no poder devolverles todo lo que me han dado. Temo no poder encontrar un trabajo en el que poder realizarme como persona, en mi terreno personal y profesional, satisfacer mis necesidades como persona libre e inquieta. En definitivas cuentas, temo que no vean el resultado real de lo que debería ser el principio de una nueva etapa: la de poder ser quien siempre quise, y quien pensaba que podría comenzar a ser cuando acabase de estudiar en la universidad.

El sueño de todo niño y de toda niña de pequeños es ir a la universidad. Un sueño que fue posible cumplir por mi parte gracias a que siempre tuve claro que quería llegar tan lejos como pudiera. No sé si llegaré lejos, ni siquiera sé si de momento he llegado todo lo lejos que mis 23 años requieren, pero espero llegar todo lo lejos que mis padres y mis abuelos deseen, para que se sientan tan orgullosos de mí como yo lo estoy de ellos.


Gracias por todo a quienes habéis formado parte de este sueño, mi sueño, y a quiénes habéis aportado cada granito de arena para que todo fuese menos complicado.  La distancia siempre complica las cosas, a vuestro lado amigos y amigas, ha sido más llevadero, en Sevilla, y en Madrid. También al pequeñín de la foto, quien ya me saca más de una cabeza, y quién a pesar de hacerme a ratos el estudio imposible, sé que me quiere tanto como yo a él. De pequeño iba a su habitación a darle un beso antes de dormir, cuando él ya dormía. Ahora lo hago también cuando duerme, hay cosas que no cambian. 

María. 

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