lunes, 8 de abril de 2013

Quédate conmigo.

La vida se compone de decisiones, no siempre fáciles, es más, la mayoría de las veces complicadas.  No siempre sabemos decidir con exactitud lo que queremos, y en ocasiones no sabemos qué es lo que queremos. Y en cierto modo, he de confesaros que es así como me siento. 

Ya no se trata de un terreno en especial, sino de un conglomerado en el que evito pensar mientras me abstraigo a ese mundo que forma parte de mi vida. Ese mundo al que voy cada vez que hay algo que me ronda demasiado, un mundo que es compone de libros, letras de Carnaval, una guitarra, papel y lápiz, los paseos con amigos y las visitas a mi tierra. 

El otro día mi hermano pequeño -en realidad el único que tengo- me decía que si me ocurría algo. Apenas habían pasado cuatro días de mi última estancia en Olivenza, y le confesaba a altas horas de la noche que al día siguiente volvería a hacerme los casi 500 kilómetros que separan a mi pueblo de Madrid. Sé que mi hermano no me creyó cuando le dije que no me ocurría nada, pero se lo decía de verdad. Simplemente no quería sentirme sola en Madrid un fin de semana pudiendo estar en Olivenza, con mi familia, con mis amigos y con él mismo.

Sin duda mi fin de semana fue intenso aunque se me hizo corto. Pude recuperar parte de mi vida, esa que dejé en stand by cuando me vine a Madrid, o mejor dicho, cuando me fui a Sevilla hace casi 5 años. Pude pasear por Olivenza, con tranquilidad, saludando a toda la gente, tomando un café en la plaza del pueblo y manteniendo una grata y necesaria conversación con una gran amiga y compañera a la que admiro, Caty. En tres horas arreglamos el mundo, le dimos una y mil vueltas, y supimos apreciar lo imprescindible de la vida, la necesidad de tener cerca a personas que quieren construir una sociedad mejor.

En la  vida siempre tenemos que sacrificar algunas cosas para alcanzar otras, aunque nunca sabremos qué habría pasado de haber elegido otras. Pero este es el riesgo que toda decisión conlleva. Y lo que espero es no arrepentirme de haber trabajado desde bien jovencita por la Igualdad y la Libertad, es más, no creo que me arrepienta en la vida. He dejado de estar con mis amigas para dedicar gran parte de mi tiempo a la política; sacrifiqué mi pasión (el Carnaval) por estudiar fuera estos cinco años de mi vida Ciencias Políticas; he dedicado decenas de fines de semana (sábados y domingos, mañana y tarde) por tratar de darle la vuelta a lo que consideramos desde Juventudes que debe cambiar; he dejado de pasar tiempo  con mis primas, he pasado mis últimos cuatro cumpleaños lejos de mi casa, algún Día de Extremadura, cumpleaños de mi familia y un sin fin de momentos especiales... Pero si algo no he perdido es el contacto con la gente que me importa y con lo que me importa, y de eso no podré arrepentirme en la vida.

A ti, que aun esperas una respuesta del PSOE sólo puedo decirte que confíes en que somos miles de personas quienes trabajaremos por hacer posible que el cambio sea una realidad, porque si de verdad a muchos y muchas les importa el futuro de este país, sabrán apartar los personalismos para caminar por la única vía posible: la del entendimiento desde la izquierda y hacia el progreso. Por eso, te animo a que te quedes conmigo, con nosotros y nosotras, porque son muchas las cosas que no nos gustan pero rendirse no es el camino.

María.

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