domingo, 14 de abril de 2013

Nuestra Transición.

Cuando de pequeña mi madre me hablaba de algo llamado "Transición" yo confieso que no sabía muy bien a lo que se refería. Siempre me contaba cosas de "aquella época", de cuando mi abuelo había comenzado en política, de cuando había fundado (o refundado) el PSOE en Olivenza junto con Ramón Rocha, Justo Núñez, y algunos compañeros más. Cuando mi madre me contaba todo eso, yo recordaba las veces que había ido con ella y con mi abuelo aquella gran casa, la casa de todos y todas, el Ayuntamiento de Olivenza. Recuerdo aquellas escaleras a la derecha de la Sala de Plenos, con baldosines de colores, y llegar a aquella sala de espera llena de fotos con todos los alcaldes que Olivenza había tenido. La cara de uno de ellos se parecía mucho a la de mi abuelo, y él me dijo que era su padre.

Desde entonces, mi madre siempre ha tratado de hacer que me interesara por la política, con muchos disgustos por parte de mi padre por cierto. Pero a ella no le hizo falta esforzarse mucho conmigo, es algo que yo ya llevaba en la sangre. Sé que ella se siente orgullosa cada vez que le digo que mis amigos de Madrid me llaman para colaborar en alguna agrupación de JSM o el PSOE, quizás sea porque estoy haciendo y estudiando lo que quise, sin que ni mi padre ni ella me obligasen a hacer lo contrario. 

Mis padres nunca me han negado nada, ni mi derecho a estudiar lo que siempre quise, ni a ser quien he querido, ni siquiera pudieron rebatirme cuando les dije que mi tiempo en Sevilla se había acabado. Ellos me han apoyado en la mayoría de mis decisiones, y cuando no hemos estado de acuerdo, al final siempre han acabado apoyándome de un modo u otro. 

Yo siempre le decía a mi madre que me hubiera gustado poder vivir la época de la Transición. También le dije que si yo hubiera vivido el Franquismo me habrían fusilado sin preguntarme, porque jamás hubiera traicionado mis principios. Sé que es muy fácil decir esto, pero quiénes me conocéis, sabéis que lo último que haría seria traicionar aquello en lo que creo. Ahora que lo pienso, estamos viviendo una completa Transición, y esta es NUESTRA TRANSICIÓN.

Esta es la Transición por la que nuestros abuelos no pudieron pelear, la de alcanzar la democratización de las instituciones y la transparencia de la Política. Es la transición que hará de la Política una solución a los problemas de la gente y no el problema de la gente. Esta Transición inevitablemente pasa por una reforma de la Constitución, porque la Constitución que votaron nuestros padres y nuestros abuelos no es la que nosotros ahora votaríamos. Qué menos, que tener el derecho a decidir sobre ella. 

Sinceramente, y esto no es una puya para nadie, no entiendo cómo con la que está cayendo puede haber jóvenes progresistas -ya no digo personas- sino jóvenes que deberían ser el espíritu de la defensa de los valores inspiradores de la Revolución Francesa (pero sin sangre) como la Libertad, la Igualdad o la Solidaridad, que se empeñen en no condenar una monarquía que está caduca, una monarquía inmersa en la corruptela y en la mentira a su pueblo. Y lo que entiendo menos, es que canten la Internacional con el puño izquierdo en alto y no sean capaces de salir un 14 de abril a las calles de sus pueblos, ciudades y comunidades a defender la República como modelo alternativo de Estado.

Otra España es posible, y espero que más pronto que tarde, podamos salir a las calles como aquel 14 de abril de 1931 a proclamar la III República Española gritando: Viva la República. 

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