sábado, 20 de agosto de 2011

¿Libertad para qué?

En una de las reuniones que Fernando Giner de los Ríos tuvo con Lenin,  mientras el primero mencionaba la palabra “libertad”, el segundo preguntaba: “¿Libertad para qué?”, y respondió Giner de los Ríos: “Libertad para ser libres”.
La libertad individual es algo más que un derecho, es algo innato que forma parte del ser humano, o que al menos, así debería ser.
En estos últimos días, con motivo de la JMJ en nuestro país, Madrid ha sido el lugar de encuentro entre jóvenes católicos de todo el mundo. No obstante, no ha sido un camino de rosas.
El día 17 de agosto tuvo lugar la manifestación laica como protesta a la visita del Papa a Madrid. Y es que, no es para menos, ya que su visita ha sido financiada en parte con fondos públicos como bien todos saben.
Lo que comenzaba siendo una manifestación legal cuyo recorrido terminaba en la emblemática Puerta del Sol se convirtió en un infierno para quiénes recordando lo que muchos de sus abuelos les habían contado, tuvieron que correr delante de los nacionales.
Las cargas policiales desmedidas, las omisiones de acción de un gobierno al que le quedan apenas 3 meses y unas elecciones generales a la vuelta de la esquina. Elecciones, que no sabría como catalogar.
Los jóvenes son los continuadores del cambio. Pero no todos los jóvenes son católicos y no todos los que lo son lo viven de la misma manera.
El gobierno debe rendir cuenta como máximo responsable de los actos de la policía, y creo que deben abrirse investigaciones al respecto por los abusos de poder que esta ha llevado a cabo en la ciudad de Madrid los últimos días.
No reconozco mi país, no sé que le está pasando a la democracia. Mientras unos utilizan la palabra otros utilizan la fuerza inherente a su puesto de trabajo para imponer una verdad absoluta en la que no todo el mundo cree. Pero, ¿hasta qué punto el uso de la fuerza soluciona el problema existente?
Me consta que ayer peregrinos de las JMJ e indignados del #15M dialogaron en Sol. Desconozco cuál fue la conclusión que sacaron al respecto pero el simple hecho de reunirse y hablar me pareció admirable.
No estoy a favor de la violencia proceda de donde proceda. Mediante el uso de la misma no se solucionan las cosas y considero que la palabra es mucho más valiosa que todo eso. La tolerancia debe ser la bandera, por un lado y otro, pero entiendan que muchos nos indignemos pensando que sin ser creyentes, católicos, apostólicos y romanos, tengamos que pagar la visita de un señor que no nos representa. Sabemos que no podemos imponer que venga y esté aquí pero al menos tenemos derecho –tal y como marca la Constitución- de manifestarnos, reunirnos y ser libres de protestar por aquello con lo que no nos sentimos representados.
Ni que decir tiene que estoy en absoluto desacuerdo y que siento repugnancia ante las palabras vertidas por el obispo de Granada. Somos libres de creer o de no hacerlo y por tanto, merecemos el mismo respeto que el resto.
Dicho todo esto, la conclusión a la que pretendía llegar es que la fe mueve montañas, pero muchas veces no sabemos de qué: Odio, rencor y miedo a lo diferente en muchas ocasiones. La intolerancia no llega a ninguna parte y las imposiciones tampoco. Somos libres o al menos eso dice la Constitución. Una constitución que estos días no sé hasta qué punto ha sido respetada por las autoridades policiales.
Quiero terminar este post con una gran frase de Theodor Roosevelt que dice así:
“Una democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande, o democracia”.

2 comentarios:

Noelia dijo...

Genial entrada María

RaMGoN dijo...

Muy bien escrito, tu postura muy razonable y con todo sentido