miércoles, 22 de agosto de 2012

Tengo un sueño: La República.


En su mirada queda reflejada la seguridad, el coraje y la valentía propias de una mujer.

Elegir con el corazón era la única libertad de la que una mujer de la época de Alfonso XIII y anteriores pudieran disfrutar. Pero aquel 12 de abril de 1931, tras la victoria de los republicanos en las elecciones, llegaron nuevos tiempos de cambio y de derechos para quienes habían sido olvidadas como ciudadanas y habían estado renegadas a una segunda posición a la sombra de sus padres, maridos e incluso hijos. 

A veces tenemos que sacrificar muchas cosas para poder perseguir un sueño común que nos afecte a todos y todas. La República fue ese sueño con el que soñaban a diario los padres y las madres para sus hijos, las mujeres para sus derechos y libertades, y los obreros para mejorar sus condiciones laborales. Ese sueño se cumplió a pesar de los obstáculos, de los frenos impuestos y de las rebeldías avenidas desde ese lado de la izquierda que no entendía que la violencia no era el camino para alzarse con la Libertad y la equiparación igualitaria de derechos. 

España se acostó monárquica aquel 11 de abril de 1931 y se levantó republicana en la mañana del 12 de abril de ese mismo año. El rey acabó abandonando el país y el 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República Española. 

El camino no fue de rosas sino todo lo contrario, pero en España se crearon más de diez mil colegios públicos durante la República, la mujer pudo sentir que su sexo no suponía un obstáculo para la igualdad y Clara Campoamor convenció con su don de la palabra, su coraje y su valentía a la mayoría de la cámara del Congreso de los Diputados, lugar en el que años después entrarían a formar parte decenas de mujeres. 

Mi bisabuelo fue uno de esos alcaldes republicanos de una de las villas más bonitas y con más historia de todo el país: Olivenza. Cuando no tuvo otra escapatoria entregó el pueblo al que había estado sirviendo durante un tiempo con la única condición de que no se derramase ni una sola gota de sangre. Pero fue ingenuo, hizo lo creía que tenía que hacer, porque el no haría jamás a nadie lo que no le gustaba que a el le hicieran. Hizo lo correcto, lo que le dictó su conciencia pero también su corazón, hizo lo que creía que era mejor para su pueblo y los y las ciudadanas oliventinas. Le mintieron, si hubo sangre. Los concejales socialistas no fueron perdonados y las entradas y salidas de las casas de madrugada se convirtieron en un calvario difícil de olvidar. Por ese entonces él estaba en Ocaña, en la cárcel. Ese era el precio a pagar por haber servido a la República y a su pueblo. Pero no se rindió. Su carácter permaneció intacto, su valentía siguió viva y sus ideales no han muerto porque yo he prometido no dejarlos de lado. 

Perdonar si este tiempo la decepción y el desencanto se han hecho eco en mí. Necesitaba el tiempo oportuno para saber qué soy y qué quiero ser. Necesitaba una señal, un motivo y una razón para creer. Los he encontrado y ellos jamás me perdonarían dejar este camino a medias.

Por Olivenza, por la República y por la memoria de quienes sacrificaron toda una vida pensando en que sus hijos y nietos pudieran vivirla como a ellos les hubiera gustado. 


María.


5 comentarios:

Catalina dijo...

Comparto el sueño... república... bonita palabra... Comparto recuerdos, contados, pero recuerdos. Llegará, en su momento pero llegará. La III República Española.
Reconozco que aunque me hace ilusión tengo el sueño aparcado... No es mi prioridad ahora.
Mi prioridad, nuestra prioridad es conseguir asegurar los derechos conseguidos con la Herencia Recibida; así con mayúsculas, la herencia recibida de los republicanos del 31, los colegios, la libertad, el voto femenino... el germen de nuestros logros de hoy.
Los logros y derechos conseguidos durante décadas de democracia, pero construidos sobre los cimientos de esa república que no llegó a ser adulta. Los logros y derechos que los que nos mandan, en su oscuridad ideológica, quieren quitarnos.
Tengo el sueño prioritario ahora de que consigamos levantarnos, plantarles cara, demostrarles que seguiremos luchando por nosotros y contra ellos... derrotarlos, hacerles ver que cien veces caídos, cien veces levantados. Y cuando lo sepan, cuando sepan que no podrán con nosotros, que no nos dejaremos dominar, que por nosotros, por los de entonces, los que aún descansan en cunetas sin identificar, los que murieron lejos añorando regresar, los que vivieron fingiendo someterse a sus leyes no nos vamos a dejar vencer, cuando entiendan que estamos al lado y si nos obligan enfrente, que tienen que contar con nosotros y no gobernar contra nosotros... cuando sepan todo eso... cuando lo acepten, volverá la República, y podremos dejar de soñar.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en el justo homenaje a la II República. Pero hay que ser conscientes de que se busca una III República, no una continuación de la II. Las circunstancias ham cambiado, el contexto ha cambiado. No hay que partir por tanto de la II República. Cuando veo a la gente pedir una república con los símbolos de la II República, pidiendo una república de izquierdas y llamando facha a todo el contrario, creo que no han entendido bien lo que significa una República, con mayúsculas.

María Núñez dijo...

Por mujeres como tú, todo esto merece la pena. No me vas a tener enfrente ni detrás. Me vas a tener a tu lado. He vuelto ;)

Un abrazo enorme y gracias por recordarme que tu valentía permanece intacta, tanto como lo hacen los ideales de mi abuelo y mi bisabuelo.

María Núñez dijo...

Querido anónimo. He hablado de la historia y de los recuerdos sobre las palabras que tanto he escuchado de boca de tantas personas.

No tenemos otra simbología para reivindicar una III República de momento, y el recuerdo más cercano que tenemos de la República es la proclamación de la II y su breve camino en la historia.

Sé que República no significa estar a la izquierda, sino priorizar una República frente a una Monarquía. Pero en este caso, soy Republicana y de izquierdas, y por tanto es lo que me gustaría. Respeto la monarquía y a los monarcas, y me gustaría recibir por tanto el mismo respeto de quienes no comparten mis ideas. Soy consciente de que el contexto ha cambiado, aunque considero que ahora gozamos de menos derechos que entonces. Menuda paradoja ¿no? Cuando han pasado 81 años ya desde aquella primavera de 1931...

En definitivas cuentas, que yo abogo por una III República donde todos y todas podamos sentirnos tan libres como iguales, y donde la justicia sea verdaderamente justa. Sin etiquetas, sin violencia, sin sangre y sin Iglesias que ardan.

Ese es mi sueño de la República.

Un saludo,

María.

Mer dijo...

¡IMPRESIONANTE!
Imaginando a tu bisabuelo y lo que tuvo que sufrir, casi puedo decir que se me ha encogido el corazón.
Lucha siempre por aquéllo en lo que crees. Sé que es un tópico, pero cumplirlo es una maravilla.