miércoles, 16 de mayo de 2012

Hace apenas 15 años.

Hace 15 años en un día como el de hoy -ya es 17 de mayo- recuerdo que estaba en casa de mis abuelos. Tengo lagunas acerca de cuando me llevaron mis padres, pero sin duda, se me hace un nudo en la garganta cada vez que llega el día 17 de mayo.

Nunca volvieron a ser iguales mis cumpleaños. Antes estaban llenos de luz, de armonía, de ilusión... ahora todo es distinto. Cada 11 de mayo en sí, ha sido diferente, pero reconozco que todo cambió aquel 17 de mayo de 1997.

Dos de la felicitaciones más bonitas y que más me han llenado este año, han sido las de mi prima Marta (como siempre y para no variar) y la de mi hermano.

Veréis, mi prima siempre ha sido la hermana que nunca tuve y siempre quise tener. A pesar de que es mayor que yo apenas meses, puedo decir que siempre hemos ido muy a la par. Muy parecidas pero muy diferentes. Nuestros gustos coinciden a veces, otros no, pero jamás hemos discutido ni nos separado por muy lejos que estuviésemos. Hemos compartido lo más preciado que un ser humano puede tener: su infancia. Hemos sido felices jugando a las muñecas, a los pin y pon, a las barbies, viendo grandes películas que siempre recordaremos (Daniel el travieso, Solo en casa, Este chico es un demonio, las gemelas Olsen, Una pandilla de pillos...) y un sin fin de momentos que tengo grabados en mi retina. Ella con su aparente timidez y yo con mi cara dura irresistible, siempre hemos conformado el tándem perfecto.

El 26 de julio de 1997 nació mi hermano. Yo tenía 7 años y reconozco que siempre me ha gustado tener todos mis juguetes en su sitio y siempre he hecho del orden una forma de vivir. Mi hermano fue creciendo y se acabó el orden y desaparecieron algunos juguetes... Esa mirada de pillo que siempre ha tenido y que conserva, esa vitalidad que le hacen ser un revoltillo y ese cariño que siempre muestra por la gente a la que quiere a pesar  de que es un poco contestón en ocasiones y algo maleducado en otras.

Somos muy diferentes, y eso que mis padres nos han dado la misma educación a ambos.  A el siempre le ha costado mas "comportarse", a mi decirle a la gente a la que quiero, que la quiero mirándole a los ojos. No somos perfectos, pero reconozco que desde que estudio fuera y a pesar de que me saca de mis casillas, cada vez que vuelvo a Olivenza me entran ganas de pasar más tiempo con él. No he podido ayudarle con los deberes estos años que llevo fuera, aunque seguro que el no me lo habría pedido... ¡es un orgulloso!

Mi abuelo hubiera dado lo que tenía por conocer a mi hermano. De haberlo hecho, hubiera sido su ojito derecho, estoy segura de ello. Hoy hace 15 años que mi abuelo se marchó. No me gusta utilizar otras expresiones, porque estoy segura de que cuando por las noches, en verano, desde la ventana de mi habitación miro al cielo, una de las estrellas que más brilla es la suya.

Se trata de la estrella que alumbra mi camino y me ayuda en la toma de decisiones. 

Gracias, y hasta siempre abuelito, porque pase el tiempo que pase, siempre estarás formando parte de nuestra vida.

Te quiere,

María.

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