miércoles, 23 de noviembre de 2011

Vivir como si no hubiese mañana.

El suave ruido de la brisa marina adelanta la llegada del otoño en las cálidas playas del sur... El sur, tantos y tantos recuerdos del sur...Conversaciones infinitas en noches que albergan el calor del verano y sensaciones de un otoño que no llega. Palabras que se lleva el viento y viento que recorre todo un país a cambio de leves susurros concebidos bajo los efectos de una poción secreta.

Una poción secreta fruto de promesas incumplidas y futuros sin salida... Salidas a cielo, mar y tierra... Bajo la tierra se oculta la sonrisa inmerecida de una niña que creyó soñar con príncipes azules... Príncipes azules que sólo aparecen en cuentos de hadas sin más sentido que la reseña de un periódico especialista en captar a jóvenes talentos.

El talento, esa capacidad de entender lo que otro hace, de admirar lo que otro dice y de aprender a querer lo que a uno le sorprende. Hablemos del olvido ahora... el olvido, esa capacidad para no recordar lo que uno ha dicho, lo que uno ha prometido, lo que uno tenía pensado hacer para sorprender al otro.

Vidas llenas de talento y después de olvido... Tristezas anticipadas. Vidas con talento y con finales de olvido, me recuerda a un carnaval sin guitarra, sin tambores, sin voces que alzar al son de un ritmo... En la vida real no hace falta tener voz para que te escuchen, tan sólo vale con que otro pueda sentir que tu corazón late cada día con más fuerza porque tienes algo por lo que luchar. No hablo de sueños ni promesas, ni siquiera de palabras que se lleva el viento, hablo de hechos, ciudades, realidades, hablo del norte y del sur, no hablo de facebook ni de twitter, ni siquiera de la pantalla de un ordenador... hablo del cara a cara, del tú a tú.

Hablo de vivir como si no hubiese mañana...

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