lunes, 1 de octubre de 2012

Con aires de Libertad en alta mar.


El pasado lunes 24 de septiembre me embarqué -y nunca mejor dicho- en la que será una de las mejores experiencias de mi vida. En este caso no sólo se trataba de visitar un país que no conocía como es Italia. Se trataba de poder sentir la esencia de la Libertad, la más pura esencia de la propia Libertad.

Estaba desconcertada a la vez que entusiasmada y algo asustada. No sabía como reaccionaría pues nunca había "vivido" en un barco durante siete días. El viaje de Olivenza hasta Valencia fue duro y largo, y cuando al llegar al puerto vi ese gran barco, el "Grand Celebration" sentí un cosquilleo que me hizo alegrarme.

Embarcamos, colocamos la maleta, dimos un paseo por el barco para conocerlo, nos perdimos... y decidí que llegaba el momento de comenzar a probar las instalaciones comenzando por el jacuzzi en la cubierta número 10. He de reconocer que si ahora cierro los ojos, puedo visualizar hacia donde se dirigen la mayoría de los eternos pasillos del Grand Celebration. 

A veces no sólo el lugar es lo que importa sino la compañía y yo he tenido a mi lado la mejor. La primera noche, en la cubierta, se convirtió en el comienzo de algo importante: la amistad entre desconocidos y desconocidas, que a pesar de no saberlo, comenzarían a ver como sus vidas cambiaban. 

El "todo incluido", lo que suponía un mito para nosotros, se hizo realidad. Camareros que el segundo día se sabían nuestro nombre debido a que cerrábamos todos y cada uno de los bares y discotecas del barco, y el cariño de una tripulación que se ha convertido en esta semana, en más que una familia para nosotros y nosotras.

He sido feliz. He sido yo misma, transparente, alegre, amable y sociable. He tratado de exprimir esta gran experiencia desde el segundo uno y creo que lo he conseguido. Teatro, Conciertos en directo, reportaje de fotografía, casino, cafés frente al mar, jacuzzi y piscina en la cubierta de un barco maravilloso y un personal que en todo momento nos atendía. 

Pude pedir mis deseos en la Fontana Di Trevi, visitamos el Coliseo Romano y el Parthenón, la ciudad del Vaticano (aunque decidí hacer una sentada a lo 15M y no entré en la basílica de San Pedro) y he podido tocar la historia con las manos visitando las Ruínas de Pompeya. 

¿Pero sabéis qué? Que a parte de la experiencia de poder vivir en alta mar y marearme incluso cuando el mar estaba revuelto, lo que me llevo es el cariño y la atención de las personas que han estado pendientes cada minuto. Ransés, mi prima por supuesto, Rubén y Javi, Alberto, Andrea y Magdalena, y como no, Jose. Mi gran compañera de cafés y charlas políticas, Esther, y por supuesto Javi y Juani por haber estado pendientes cada instante. 

Y además, estoy segura de que nada será lo mismo en ese barco sin nosotros. Está claro que el crucero continúa, pero nadie será capaz de instaurar la alegría y la transparencia en cada baile, cada sonrisa y cada palabra que nosotros tan amablemente regalábamos a quienes hacen posible esa experiencia que son los y las trabajadoras incansables del Grand Celebration.

Os dejo con la que ha sido la última canción de esta gran aventura... ha sonado hoy, a las 3 de la tarde, y ha sido ahí, cuando he apartado la dureza que durante el día de hoy me acompañaba, para dar paso al sentimiento que me produce el saber que he conocido gente maravillosa a la que no podré tener a mi lado todos los días. 

Siempre nos quedará el champán, la ginebra con limón, el san francisco con tequila, el red lavel cola y el suministro de bebidas a las 3.30 para no quedarnos sin provisiones... Siempre nos quedarán esas copas después de las pizzas en el Fuencarral, las prácticas en inglés con desconocidos, los bailes en la pista, las miradas que sustituyen a las palabras, la fiesta de disfraces en la cubierta número 10, el resplandor de la fiesta ibicenca en la noche que el barco más se movía y por supuesto...siempre nos quedará cerrar "La Alameda" a las 4 de la madrugada...

Ahora, el Grand Celebration estará partiendo rumbo a Italia, mientras tanto, nosotros recuperamos nuestra vida, comenzamos nuestra rutina y recordamos esta gran aventura, que para mí, ha sido más que eso.

"Me voy pero te juro que algún día volveré..."

Gracias, y hasta pronto.

María Núñez.

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