miércoles, 16 de febrero de 2011

Sensaciones, de vivir.

Un día, nos despertamos y lo primero que hacemos es mirarnos a un espejo. La luz del sol entra por las rendijas de una persiana que lleva toda una noche sonando. El susurro del viento, los rayos tenues que traspasan el cristal y la sensación de haber vuelto a un lugar del que pareciese que nunca nos habíamos marchado.

Mañana volveré a un lugar que me recuerda a ti. Volveré a sentir que te tengo cerca, que te tengo a mi lado, volveré a sentir que estás conmigo.

Cada momento difícil se hace aun más complicado cuando trato de asimilar que ya no estás. Cada momento, puede suponer una nueva excusa para que esos nervios intensos y dichosos se apoderen de nuevo de mí. Cada momento parece eterno si realizo un leve pero intenso recorrido por el pasado. Un pasado lleno inevitablemente de recuerdos, un pasado que hace que piense en ti, en tu olor, en cada palabra que salía por tu boca o cada gesto que te hacía ser una persona única y diferente del resto.

Tu humildad, sencillez, honradez y ganas de trabajar sin por ello recibir nada a cambio, son algunas de las cualidades por las que tanto te admiro. Creo que es la admiración que todo nieto podría tener por su abuelo, sumado a una serie de factores que hacen que te considere uno de mis grandes referentes.

Mi padre y mi abuelo Antonio siempre me están diciendo que tenga cuidado, que esto de la política es algo complicado, que aquí hay muchos chupatintas y que ni la mitad va con las intenciones con las que puedo ir yo. No se hacen las cosas con desinterés sino todo lo contrario, muchos las hacen por y para algo, como un medio para llegar a algo y no como el fin último de las cosas.

Mi madre siempre ha sabido entender mi interés por la política y mis ganas de estar continuamente reivindicando lo que considero que es justo. Aun así, es cierto que a medida que pasan los días –y como mi padre siempre me ha advertido- disminuye en parte mi ilusión aunque no mi dedicación.

Podría tratarse de una racha diferente, pero cada día estoy más segura de que no se trata de una racha. Creo, que esto no está hecho para mí. De ser así, habría estado equivocada mucho tiempo, aunque sinceramente no me arrepiento. He aprendido, y lo sigo haciendo. Y creo que el motivo de mi “cambio” se debe en parte a la carrera que estudio.

Continuamente hay ideología en mis clases, profesores inclinados hacia un lado u otro, pero siempre, una manera distinta de ver la vida. Ellos tratan de trasladarnos su visión, y nosotros, la acogemos sin darnos cuenta de que podría estar cambiando la nuestra.

Cuando me dijeron que podrían cambiar muchas cosas no pensé que tantas como las que están cambiando. La universidad te cambia la vida, cambia tus hábitos y costumbres, te hace ser más independiente, tienes más capacidad de elección… pero además, influye hasta en tus “planes de futuro”.

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