jueves, 11 de septiembre de 2014

A pesar de...

Una fuerte presión hacía efecto sobre su pecho, algo difícil de controlar. Y es que no hay más remedio para el amor que el propio tiempo que nos hace olvidar aquello que nos hace sentirnos fuera de sí. No tiene por qué existir una explicación al respecto, ni siquiera existe un manual definitivo que nos indique cuando actuar de tal modo o de otro; ni por supuesto todas las personas son iguales, ni quieren serlo. El amor nos hace sentirnos presos de algo que no podemos llegar a controlar, algo que nos invade por dentro, que acelera nuestros sentidos, que agudiza nuestras sensaciones y que pone nuestra intuición a prueba de bala. No elegimos el lugar,  ni el momento, y tampoco a la persona. Elegir en esta vida es algo que está de parte del destino, del azar de los sentidos. Elegir no es más que escoger un camino que nos llevará a caminos infinitos. Pero lo cierto es que nadie me pidió elegir por mí, y aún así, cada elección se convirtió aparentemente en una decisión madurada. Algo que sin duda poco tiene de verdad, pues ni las decisiones son casualidad ni las elecciones son tan libres como nos incita a pensar la casualidad.

Te alejas a pesar de quieres estar, quieres sentir, quieres tocar, quieres besar, abrazar... Anhelas lo que en sueños te ocurre, pero sabes que son simplemente eso, sueños.
Quieres estar lejos porque la realidad ha llamado a tu puerta y te dice que no todo es como imaginas; que detrás de esas miradas hay algo más, pero quizás no tanto como tú querrías que hubiera. 
Pasa el tiempo y nos sentimos seguros demasiado pronto, por eso, de vez en cuando, la idea de alejarse es la mejor de las acciones. 
Cuando te tiembla la voz, y el pulso, y el corazón se acelera, cuando las pupilas se dilatan y las miradas son fugaces pero intensas, cuando sentirse guapa es cosa de dos, cuando una caricia es un mundo... Cuando, cuando, cuando... Todo, acaba siendo cuestión de tiempo. 

No hay comentarios: